domingo, 3 de junio de 2012

MITOLOGÍA GRIEGA Y ROMANA


Este tema me gusta mucho desde que di la optativa de cultura clásica en 3º de ESO, de hecho saqué muy buena nota( antes sacaba buenas notas... jajaja) y me encantaba el profesor que impartía dicha asignatura, quedándome absolutamente embobada, y no porque estuviera bueno precisamente, si no porque lo contaba tan bien viviendo él la pasión por este mundo, que absorbía a todos sus alumnos. En bachillerato, decidí irme por la rama de Humanidades, ya que estaba harta de las matemáticas y quería mandarlas a tomar viento definitivamente( después me he acordado de eso cuando luego me encontrado con mis ``amigas`` la estadística y la psicometría...). Sorprendentemente, el latín y el griego se me dieron de lujo, sacando las mejores notas de mi vida( tengo claro que ya no sacaré más esas notas, xD), y escuchando, como siempre, embobada al profesor. Ya jamás volví a ver al latín y al griego, pero me ha seguido encantado todo lo relacionado con Grecia y Roma. De Roma ya vi hace años en un circuito que hice, todos los monumentos y esculturas habidos y por haber, pero aún me falta ir a Grecia.

Hace meses me compré en una librería un libro de la mitología griega y romana. No dudé en comprármelo cuando lo vi, y voy a poner aquí hoy para empezar una historia que me he leído de este libro.

SATURNO.

Titán y Saturno eran hermanos, y Titán como primogénito pretendía reinar. Pero su madre, que sentía predilección por Saturno, puso en juego tantas súplicas y caricias, que Titán accedió a renunciar a la corona con tal de que su hermano, a su vez, se obligase a exterminar todo hijo varón. Saturno aceptó este trato y se afanó por devorar a sus hijos varones tan pronto como venían al mundo.

Cibeles, esposa de Saturno, no podía sufrir tal atrocidad y sustituyó a Júpiter, que acababa por venir al mundo, por una piedra envuelta en pañales, que Saturno engulló sin sospechar el engaño. Júpiter, llevado clandestinamente a Creta, fue allí amamantado por una cabra, y para que los vagidos del niño no llegasen a oídos de Saturno, los coribantes, sacerdotes de Cibeles, atronaban el aire con el estrépito de los címbalos. El engaño fue descubierto por Titán, e irritado con su hermano Saturno, le declaró la guerra, le venció y le hizo prisionero.

Júpiter, llegado a plena adolescencia, veía con dolor la esclavitud en la que gemía Saturno y se aprestó a liberarle. Reunió a un ejercito, atacó a los Titanes, los arrojó a las alturas del Olimpo y consiguió que su padre se sentase nuevamente en el trono. Saturno, sin embargo, veía con marcado recelo el valor que desplegaba Júpiter en edad tan tierna, ya que el destino le había predicho que uno de sus hijos le destronaría. Armó emboscadas al hijo que le era tan digno de su amor, pero éste esquivó las celadas y, después de intentar en vano todos los medios de conciliación, entabló batalla contra su padre y le expulsó del cielo.

El dios destronado corrió a ocultar su derrota en Italia junto al rey Jano, que le acogió amigablemente y se dignó a compartir con él la soberanía de su reino. Saturno, conmovido ante tan generosa acogida, se dedicó con ahínco  a civilizar el Lacio, que era la región en la que reinaba Jano, y enseñó a sus rudos habitantes diversas artes útiles.